Comienza nuestra pequeña gran aventura!!

5 meses, 10 países, más de 30000 kilómetros, en avión, coche, autobús o lo que sea necesario... Todo para cumplir un sueño. Hacer un viaje por las américas. ¡Esperamos que os guste!

martes, 14 de mayo de 2013

Rapa Nui, Isla de Pascua, Easter Island (día 3)

Cada minuto que pasaba en la isla me gustaba más y a pesar de que parecía que no podrías encontrar nada nuevo que nos impresionara una vez más estábamos equivocados... desde que nos despertábamos, nada más salir de la tienda de campaña me ensimismaba viendo el mar de ese color azul casi transparente que me hipnotizaba.
Esa mañana alquilamos un todo terreno pequeño y fuimos a explorar la parte norte de la isla. Como el día anterior fuimos recorriendo cada uno de los yacimientos que nos fuimos encontrando en el camino. Me resultaba completamente desconcertante y a la vez cautivador poder disfrutar de lugares tan increíble prácticamente a solas, sin el bullicio que intuí que encontraríamos cuando bajamos del avión que repleto de turistas
Poco a poco nos íbamos acercando a la cantera, el lugar donde se tallaron la mayoría de los Moais y donde aún quedan alrededor de 400. El lugar tiene algo especial que te envuelve y te hace sentir en una burbuja. 

 

El lugar esta al pie de una colina. Al llegar no parece nada especial, pero esa percepción va cambiando poco a poco al recorrer los caminos e ir descubriendo las diferentes estatuas que parecen salir directamente de la roca de la montaña. Asombra la dedicación/obsesión de los habitantes de la isla que dedicaran tanto esfuerzo en fabricar aquellos gigantes de piedra. 
El tiempo pasó sin darnos cuenta y para cuando miramos el reloj ya habían pasado más de tres horas y no teníamos ninguna prisa por irnos. Sólo el hambre consiguió que nos decidiésemos a irnos para instalarnos en la única playa de la isla. Más que una playa la llamaría cala diminuta; la arena es muy blanca y fina y estaba llena de familias con niños correteando en la orilla. Nos pegamos un baño rápido, que sirvió para poco más que  para tachar una cruz mental por habernos bañado en el Pacífico.
A última hora de la tarde rematamos el día viendo el atardecer en el mismo yacimiento que todos los días y en el que los moais de desdibujaban poco a poco mientras el sol se escondía bajo el mar a sus espaldas. Era la única hora del día en que a gente aparecía y se notaba la cantidad de gente que había en la isla.