Después de los dos días de huelga general decidimos que era buen momento para dejar Valparaiso y trasladarnos a Santiago. De camino al hostal vimos los restos de las manifestaciones de los días anteriores. Los cristales de algunas paradas de autobús y algunos cajeros automáticos estaban rotos, y algunos contenedores quemados.
En seguida nos dimos cuenta de que Santiago es totalmente diferente al resto de las capitales de Sudamérica que habíamos visto hasta entonces. El tráfico es ordenado y las aceras anchas. Los edificios oficiales son como los de cualquier otra ciudad, enormes y con columnas griegas....
después de pasear por sus calles durante la primera tarde, la idea de cruzar la frontera y pasar a Mendoza en Argentina cobró fuerza. Aún faltaban 5 días para ir a isla de Pascua y no parecía que la ciudad fuera a dar para tanto tiempo.
Después de estar varias semanas en pueblos y ciudades más pequeñas, sólo saber que estábamos de nuevo en la "civilización" me dio unas ganas increíbles de hacer algo un poco más "cultural". Buscando planes por internet me enteré de que esa noche hacían un concierto de Jazz cerca del hostel.
Como siempre llegamos pronto y la sala no estaba abierta, por no estar no estaban ni los músicos... para hacer algo de tiempo fuimos a un bar que había divisado mientras paseábamos y que tenía muy buena pinta. Para no perder las buenas costumbre de Perú tomamos un pisco, y decidimos acompañarlo con una tabla de quesos, ¡viva la merienda! al final la cosa se alargó un poco más de lo previsto y tuvimos que pedir la tabla para llevar.
El concierto era en una sala muy pequeña en la que habían colocado mesas redondas pequeñas a modo de cabaret. nada más entrar te invitaban a una copa de vino tinto. De pronto nos vimos sentados en primera fila, con la copa en la mano y la tabla de quesos. El grupo tocó durante una hora y media más o menos. Para mi fue un lujo ver el concierto de ritmos paralelo que marcaba cada uno de los músicos con los pies mientras escuchaba la música y disfrutaba de la comida...
En seguida nos dimos cuenta de que Santiago es totalmente diferente al resto de las capitales de Sudamérica que habíamos visto hasta entonces. El tráfico es ordenado y las aceras anchas. Los edificios oficiales son como los de cualquier otra ciudad, enormes y con columnas griegas....
después de pasear por sus calles durante la primera tarde, la idea de cruzar la frontera y pasar a Mendoza en Argentina cobró fuerza. Aún faltaban 5 días para ir a isla de Pascua y no parecía que la ciudad fuera a dar para tanto tiempo.
Después de estar varias semanas en pueblos y ciudades más pequeñas, sólo saber que estábamos de nuevo en la "civilización" me dio unas ganas increíbles de hacer algo un poco más "cultural". Buscando planes por internet me enteré de que esa noche hacían un concierto de Jazz cerca del hostel.
Como siempre llegamos pronto y la sala no estaba abierta, por no estar no estaban ni los músicos... para hacer algo de tiempo fuimos a un bar que había divisado mientras paseábamos y que tenía muy buena pinta. Para no perder las buenas costumbre de Perú tomamos un pisco, y decidimos acompañarlo con una tabla de quesos, ¡viva la merienda! al final la cosa se alargó un poco más de lo previsto y tuvimos que pedir la tabla para llevar.
El concierto era en una sala muy pequeña en la que habían colocado mesas redondas pequeñas a modo de cabaret. nada más entrar te invitaban a una copa de vino tinto. De pronto nos vimos sentados en primera fila, con la copa en la mano y la tabla de quesos. El grupo tocó durante una hora y media más o menos. Para mi fue un lujo ver el concierto de ritmos paralelo que marcaba cada uno de los músicos con los pies mientras escuchaba la música y disfrutaba de la comida...
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