Comienza nuestra pequeña gran aventura!!

5 meses, 10 países, más de 30000 kilómetros, en avión, coche, autobús o lo que sea necesario... Todo para cumplir un sueño. Hacer un viaje por las américas. ¡Esperamos que os guste!

miércoles, 3 de julio de 2013

Paso del Cristo Redentor

La nieve había cubierto los alrededores de Santiago y complicado nuestros movimientos terrestres. Por fin, a la vuelta de Isla de pascua pudimos coger un bus con el que cruzar la frontera y llegar a Argentina. De los viñedos de Chile a la zona vinícola argentina en solo unas horas de viaje en bus, atravesando los andes y bordeando el Aconcagua.
La nieve aumentaba en la cuneta de la carretera mientras empezamos a subir por el puerto de montaña que nos llevaba al otro lado de los Andes. De repente nos encontramos en medio de una pista de esquí, y cuando digo en medio, es en medio porque la carretera estaba cubierta por un túnel por encima del cual la gente pasaba esquiando... increíble pero cierto...
El paso fronterizo estaba a la altura del entorno. Ya casi ni me acuerdo de pasar un paso fronterizo en coche y me parece algo un poco arcaico. En este caso el paso me recordó a un peaje de autopista cubierto para resguardarlo del frío. Cuando bajamos del autobús el frío era insoportable. Lo más impactante fue la capa de cuatro dedos de hielo que cubría las ventanas del los aseos.

Lo mejor de estos viajes en bus es que sin darte cuenta empiezas a reflexionar sobre las cosas que en tu día a día no piensas... La tranquilidad de no tener prisa te da la oportunidad de disfrutar de cosas que en otros momentos sería una molestia, como este viaje en bus en que disfrutamos de las vistas de la cordillera cubierta de nieve. La tranquilidad de saber que tienes tiempo suficiente como para no tener que exprimir cada minuto al máximo (como hace normalmente cuando vas de viaje y no quieres perder un minuto para ver y hacer cosas) y que hace que precisamente exprimas cada momento y disfrutes de las pequeñas cosas.
Y antes de darnos cuenta ya estábamos otra vez rodeados de viñedos, en Mendoza, Argentina.

lunes, 24 de junio de 2013

Comidas típicas, Chile

Vino blanco santa Carolina, Santiago de Chile
Empanada de atún y zumos de papaya, Isla de Pascua




Ensalada de mariscos, La Serena
Lenguado fresco, La Serena










Atún fresco, La Serena
Vino tinto, Chonca y Toro, Santiago de Chile

Empanada de carne, Valparaiso
Cangrejo gratinado, Valparaiso
Plato combinado, Valparaiso

jueves, 20 de junio de 2013

Rapa Nui, Isla Pascua, Easter Island (Despedida)

Por primera vez en todo el viaje no queríamos irnos... no soy capaz de explicar qué es lo que hace de Isla de Pascua un lugar tan especial pero para nosotros fue uno de los lugares que nos atrapó. Quizá sea el saber que estas perdido en medio del océano a miles de kilómetros de siguiente pedazo de tierra, o el misterio de los moais, o el color azul a ratos transparente del mar, la cara de felicidad de los autóctonos, o los verdes de la vegetación, o un poco de todo eso lo que lo hace un lugar tan diferente.

miércoles, 19 de junio de 2013

Rapa Nui, Isla Pascua, Easter Island (noche 4)

Después de ver el atardecer en las ruinas y para rematar unos días inolvidables en medio del Pacífico decidimos celebrar la última noche en la Isla cenando con Alex en uno de los restaurantes de comida típica.  Nos sentamos en la terraza de uno de los locales de la calle principal que tenía un encanto especial porque estaba iluminado con velas.
La cena a base de pescado  nos dejó más que satisfechos; el ambiente era relajado y casi no se veía gente por la calle por lo que se oía la música de fondo del local y disfrutamos de una conversación interesante. La conexión con Alex desde el primer día fue total, como si fuera un viejo amigo con el que nos hubiéramos reencontrado por casualidad.Para alargar un poco la noche decidimos ir a un bar con música en directo donde tomar una copa. El grupo era un dueto de dos locales, uno de los tocando la guitarra y el otro cantando, la música versiones al estilo medio reggae de grandes éxitos del rock; no podría haber nada más auténtico..
Eran menos de las 10 cuando estábamos de vuelta al camping por la calle oscura y sin farolas que se alejaba del centro en dirección la mar. De repente nos encontramos al grupo de chicas chilenas que se iban de marcha. Antes de darnos cuenta estábamos metido en un garito oscuro y lleno de autóctonos que bailaban y cantaban al ritmo de la música. El ambiente estaba cargado y en seguida nos sentimos pegajosos. Fue toda una experiencia estar allí observando a los lugareños entraditos en años tirándoles los tratos a nuestras nuevas amigas...todo un espectáculo!

domingo, 16 de junio de 2013

Rapa Nui, Isla Pascua, Easter Island (empanadas de atún)

El camping en el que nos instalamos resultó ser una fuente interesante de gente abierta y con ganas de socializar. Entre la gente que llegó con nosotros y compartió esos días inolvidables estaba un grupo de chicas universitarias chilenas, que viajaban a Isla de Pascua de vez en cuando en plan vacaciones (por supuesto costeadas por papa, porque aunque eran muy majas e iban de hipis se las veía un pelín pijas). Fueron ellas las que nos recomendaron algunos imprescindibles culinarios y donde comerlos.
Fue así como esa tarde decidimos acercarnos a un chiringuito cutre que había de camino a las ruinas donde veíamos el atardecer cada día y donde terminamos la tarde.
Las empanadas, emblema culinario de chile y aunque no son tan conocidas como las empanadas argentinas no tienen nada que envidiarles.  El sitio no podía ser más auténtico, desde el mantel hasta la ubicación, al lado de un campo de fútbol de hierba al aire libre y con vistas al mar. Nos atendió una camarera gorda con rasgos polinesios y una sonrisa gigante. El menú lo tuvimos claro: 2 empanadas de atún y 2 zumos de papaya. 


El resultado, espectacular. A pesar de las recomendaciones no podía imaginar que las empanadas estuvieran tan buenas. Estaban hechas con tacos de atún fresco, uno de los pescados típicos de la Isla.

lunes, 10 de junio de 2013

Rapa Nui, Isla Pascua, Easter Island (día 4)

Es difícil no caer en la rutina en una isla de 12 km de distancia máxima de punta a punta...por suerte y a pesar de lo que se pudiera pensar las posibilidades son variadas. El plan para nuestro último día completo en la isla era hacer una excursión andando desde el camping hasta el cercano volcán donde hacer un picnic y disfrutar de las vistas desde el punto más elevado.
Bordeamos la costa hasta los pies de la montaña y allí empezamos a subir por un camino de pendiente suave y rodeado de árboles. Al llegar a lo alto por primera vez nos encontramos con un grupo de turista en plan giri, con autobús y todo.
En seguida nos alejamos del resto de turistas y nos acercamos al borde del cráter. No se si le pasa a todo el mundo pero en mi mente los volcanes tienen un cráter bien definido y relativamente pequeño, vamos que lo puedes ver de un vistazo. En la realidad, o por lo menos en los volcanes que hemos visto durante el viaje, el cráter tiene varios kilómetros de diámetro y parece de todo menos lo que realmente es. En este caso y para nuestra sorpresa al asomarnos al interior descubrimos un lago inmenso rodeado de árboles de todo tipo. Una vez más mis ideas preconcebidas daban paso a una realidad distinta y sorprendente.
Para acabar la excursión visitamos las ruinas de Orongo donde se celebraba la competición del hombre pájaro. Esta competición se celebraba una vez al año y el ganador ejercía durante el año siguiente como jefe político y militar de la isla.

 http://es.wikipedia.org/wiki/Tangata_Manu

martes, 14 de mayo de 2013

Rapa Nui, Isla de Pascua, Easter Island (día 3)

Cada minuto que pasaba en la isla me gustaba más y a pesar de que parecía que no podrías encontrar nada nuevo que nos impresionara una vez más estábamos equivocados... desde que nos despertábamos, nada más salir de la tienda de campaña me ensimismaba viendo el mar de ese color azul casi transparente que me hipnotizaba.
Esa mañana alquilamos un todo terreno pequeño y fuimos a explorar la parte norte de la isla. Como el día anterior fuimos recorriendo cada uno de los yacimientos que nos fuimos encontrando en el camino. Me resultaba completamente desconcertante y a la vez cautivador poder disfrutar de lugares tan increíble prácticamente a solas, sin el bullicio que intuí que encontraríamos cuando bajamos del avión que repleto de turistas
Poco a poco nos íbamos acercando a la cantera, el lugar donde se tallaron la mayoría de los Moais y donde aún quedan alrededor de 400. El lugar tiene algo especial que te envuelve y te hace sentir en una burbuja. 

 

El lugar esta al pie de una colina. Al llegar no parece nada especial, pero esa percepción va cambiando poco a poco al recorrer los caminos e ir descubriendo las diferentes estatuas que parecen salir directamente de la roca de la montaña. Asombra la dedicación/obsesión de los habitantes de la isla que dedicaran tanto esfuerzo en fabricar aquellos gigantes de piedra. 
El tiempo pasó sin darnos cuenta y para cuando miramos el reloj ya habían pasado más de tres horas y no teníamos ninguna prisa por irnos. Sólo el hambre consiguió que nos decidiésemos a irnos para instalarnos en la única playa de la isla. Más que una playa la llamaría cala diminuta; la arena es muy blanca y fina y estaba llena de familias con niños correteando en la orilla. Nos pegamos un baño rápido, que sirvió para poco más que  para tachar una cruz mental por habernos bañado en el Pacífico.
A última hora de la tarde rematamos el día viendo el atardecer en el mismo yacimiento que todos los días y en el que los moais de desdibujaban poco a poco mientras el sol se escondía bajo el mar a sus espaldas. Era la única hora del día en que a gente aparecía y se notaba la cantidad de gente que había en la isla.