Inevitablemente todos tenemos ideas preconcebidas de cómo es el Amazonas. Hay quien piensa en las tribus de indígenas que siguen viviendo al margen del resto del mundo, hay quien piensa en anacondas gigantes y hay quien, como yo,no tiene del todo claro que es lo que se va a encontrar.
La primera impresión, desde el avión, fue impactante. Al descender, poco a poco, vas intuyendo una especie de tapete verde, muy denso, que llega hasta donde te alcanza la vista; y conforme el avión pierde altura y vas viendo más detalles descubres al río, serpenteante, entre la vegetación.
Al aterrizar la cosa cambia. Leticia no es lo que se diría una ciudad bonita sino, más bien un puerto comercial y un lugar turístico desde el que los “guiris” nos aventuramos a la selva. Al caminar durante un rato por las calles principales uno se da cuenta de que no hay mucho que hacer a parte de excursiones. Por suerte para la ciudad, es el puerto más importante del amazonas colombiano y el único aeropuerto, lo que le garantiza la supervivencia.
Esa misma tarde, después de instalarnos en el hostel nos dirigimos hacia el centro a tratar de negociar las mejores excursiones para conocer la zona. Después de mucho mirar y negociar decidimos trasladarnos al día siguiente a un pueblecito 2 horas río arriba y pasar allí las 3 noches que nos quedaban.
Una vez contratado todo era el momento de acercarnos al puerto a ver en persona al río. No podía ser mejor momento, el atardecer...
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