Cruzamos a Perú por carretera, desde la zona sur de los Andes Ecuatorianos hasta la costa norte de Perú. Parece mentira, no habíamos recorrido ni 5 km desde la frontera y el cambio de país era evidente.
Ecuador tiene las carreteras nuevas y bien asfaltadas; los pueblos modernos (vamos que no son coloniales ni especialmente bonitos) pero bien cuidados, con las casas bien pintadas y con buena pinta, con todas las calles asfaltadas y con comercios. En cambio al llegar a Perú empezamos a ver: las carreteras mas viejas, los pueblos con las calles de tierra, las casas a medio construir y sin pintar. Por supuesto no estoy hablando de ciudades ni de pueblos grandes, sino de aldeas que fuimos atravesando por la carretera.
El paisaje cambió radicalmente y pasamos del frescor de los Andes a la aridez del desierto. Otra cosa que me sorprendió mucho fue la cantidad de basura que se ve por las carreteras y por las calles. Digamos que la primera impresión de Perú no fue todo lo buena que esperaba...quizá las 9 horas de autobús que tardamos en atravesar también influyeron...
Para no ser injusta diré que el desierto es impresionante. Pensar que en menos de media hora pasamos de estar rodeados de montañas verdes y llenas de nubes bajas, a no tener nada alrededor mas que arena y algunas montañas rocosas y completamente áridas a lo lejos.
Esa noche paramos en una ciudad de playa para descansar antes de continuar el viaje. Para celebrar que ya estábamos en Perú nada mejor que ¡un buen ceviche!