Santa Fe de Antioquía es un pueblo diminuto a 1:30 horas de Medellín. Es el típico pueblo que no tiene ningún monumento destacable pero que tiene mucho encanto. Las casas son todas de una o dos plantas, bien pintadas y con balconadas de madera. Las calles están empedradas. Todo el mundo parece conocerse y por eso enseguida te sientes un poco observado. La plaza mayor, con la iglesia y un mercadillo de dulces y productos típicas, es la zona central.
Nos sentamos en una de las terrazas de la plaza mayor a comer algo y a disfrutar del ambiente y de las vistas, sin nada más que hacer. A veces te olvidas de lo importante que es disfrutar de las pequeñas cosas. El hecho de estar en un pueblo como Santa Fe pasando el día, sin nada que hacer más que pasar el tiempo es, en si mismo, un placer.
Después del relax, paseo en mototaxi hasta el puente colgante. Una joya en medio de la nada. El puente fue el primero colgante de toda sudamérica y es todo de madera. Es curioso descubrir que fue construido por uno de los ingenieros que colaboró en la construcción del puente de Brooklyn y que casualmente era de Santa Fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario