Es irónico que en 30 años en España no hayamos ido nunca a Cuenca, y que en 15 días en ecuador acabemos en esta ciudad.
Para variar, la ciudad fue fundada por un español que la llamó como su ciudad natal, dato que no deja de sorprenderme por muchas veces que lo vea, y es que con los nombres exóticos que debía haber, no entiendo la obsesión por recrear ciudades españolas. Supongo que el hecho de que las comunicaciones no fueran tan ágiles como ahora, y que los conquistadores pasaran años sin volver a España tiene algo que ver; es comprensible que hicieran todo lo posible por sentirse como en casa.
La ciudad es colonial. Está llena de placitas, iglesias y casas coloniales con balcones de madera. En realidad es muy parecida a la parte colonial de Quito, pero sin las ventajas de una capital.
Una vez allí, y como el tiempo no nos daba tregua y seguía lloviendo, visitamos las ruinas de incas que se conservan en la ciudad. Lo mejor de la visita fue la guía; era tan apasionada explicando los detalles de la mezcla de culturas, cañari, inca y española en el yacimiento, que conseguía contagiarte. Después de más de una hora de explicaciones salimos de allí con mucha mas curiosidad sobre las culturas precolombinas y sobretodo por la cultura Inca.
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