Esa tarde llegamos al hostal a eso de las 5. Estábamos de subidón después de pasar todo el día en el salar. Tardamos menos de dos minutos en instalarnos en el hostal, porque de hotel con todas las comodidades ná de ná. A las 5:02 todo el grupo estaba en el comedor dando vueltas. Salimos a dar una vuelta por los alrededores pero no había más que otro hostal de sal. Se podía decir que estábamos en medio de la nada... Justo detrás del hostal había una colina por detrás de la cual se estaba empezando a poner el sol.
No se muy bien como pero cuando me quise dar cuenta estábamos subiendo a lo alto de la colina para ver la puesta de sol desde allí, desde donde había una buena vista del salar.
Al final resultó ser una buena idea porque con los cambios de luz reflejado en una superficie tan blanca se distinguían miles de colores diferentes.
De vuelta en el Hostal nos esperaba un te caliente para recuperarnos del frío.
Pocas horas antes, en la primera parada de la excursión, el cementerio de trenes, nos pasó la primera anécdota del viaje. Nori, el otro español del grupo, se había dejado un bolsillo del pantalón abierto y había perdido en medio del desierto la cantidad equivalente a 100 euros. En ese lugar hacía muchísimo viento, y los billetes se habían esparcido rápidamente. De vuelta al jeep Katy, una de las chicas inglesas, encontró un billete en medio del suelo y al preguntar si alguien había perdido dinero Nori se dió cuenta de que tenía el bolsillo abierto... nos pusimos todos a buscar como locos... al final no sabemos muy bien como encontramos todos los billetes. Por supuesto esa noche decidimos que debíamos celebrarlo y para eso nada mejor que una botella de vino tinto en la cena, que de paso nos ayudaría a calentarnos...
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