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lunes, 19 de septiembre de 2011

Atravesando el desierto (Salar de Uyuni)

Salimos de Uyuni en jeep a eso de las 10 de la mañana. El equipo estaba compuesto por: Katy, Aby, Dani, Nori, Joan y yo. El resto del grupo venía junto y desde el primer momento nos acogieron. 
La primera vista del salar la tuvimos desde el jeep. A lo lejos se veían montañas cubiertas de nieve y eso hacía que la sal más que eso pareciera nieve. Aún cuando habíamos bajado y estábamos curioseando, como hacía bastante frío, parecía que el suelo estaba cubierto por escarcha.
Al pisar el suelo sorprendía lo duro que estaba y lo blanco que era. Dentro del salar no hay carreteras, así que fuimos atravesando por donde al conductor/guía le parecía mejor. Como media hora de jeep después, cuando todo lo que se veía alrededor era un enorme desierto plano de sal, llegamos al hotel de sal. Por suerte, el hotel está cerrado ya que han prohibido la explotación dentro del propio salar. Ahora funciona como museo y comedor. En un pis pas el guía empezó a sacar ollas, platos y demás y nos sirvió la comida allí mismo. 
Después de comer, jeep otra vez y parada en la isla Incahuasi. Si, si, una isla de tierra en medio del salar. La historia es que hace miles de años el salar de Uyuni era un mar, y estaba unido al lago Titicaca. Por aquel entonces había varias islas, algunas están en el lago y otra en el salar. La imagen es curiosa, a tu alrededor una extensión enorme, plana y compacta de sal, y de repente una montaña de tierra llena de cactus gigantes. Estuvimos cerca de una hora recorriendo la isla que no debía de medir más de 1 Km de punta a punta. Desde lo alto se podían adivinar antiguas playas. A la bajada me sorprendió descubrir una cueva formada por fósiles de coral.
Las mejores vistas del salar y sobretodo las más impresionantes las tuvimos desde lo alto de aquella isla, desde donde solo al final del horizonte se divisaban algunas montañas; el resto todo sal.
Después de eso, jeep y camino a un hotel de sal, este a las orillas del salar, pero fuera, donde pasaríamos la noche. Mirando por la ventana empezamos a ver formas hexagonales en el suelo. Parecía como si alguien hubiera ido en medio del salar y se hubiera puesto a hacer montones de sal  formando hexágonos. La realidad es que la sal al cristalizar forma hexágonos, y eso es lo que se ve; eso si, cuando estás  frente a ellos parece imposible que sea un fenómeno natural.
De ahí hasta el hotel el paisaje no cambió y era de un blanco y unas formas absolutamente monótonas. Creo que parte del encanto del lugar es precisamente eso, la monotonía de un paisaje tan extenso. En resumen, hasta entonces el Salar de Uyuni era uno de los fenómenos naturales más impresionantes que había visto en mi vida.

 

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