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5 meses, 10 países, más de 30000 kilómetros, en avión, coche, autobús o lo que sea necesario... Todo para cumplir un sueño. Hacer un viaje por las américas. ¡Esperamos que os guste!

viernes, 9 de septiembre de 2011

Death Road


La carretera conocida como death road es la que une la ciudad de La paz con la zona de los Yungas, la transición desde la cordillera a la selva. Esta carretera dejó de utilizarse para el tráfico de coche y camiones hace unos años, cuando construyeron una carretera nueva. Ahora se usa para hacer descensos en bicicleta. Desde que Joan se enteró de la existencia de la carretera se moría de ganas de hacer el descenso en bici, así que contratamos una excursión.
Objetivo: bajar en bici 3000m de desnivel en 60km por una carretera de tierra y llegar sana y salva al final de la excursión.

Material: Bici de descenso, espinilleras, caso, pantalón y camiseta cortavientos, chaleco y guantes.

Sabiendo la fama de la carretera, de la que dicen que es la más peligrosa del mundo, y teniendo en cuenta que nunca había hecho un descenso en bici, se puede decir que estaba un poco preocupada. Por suerte coincidió que no había nadie más en la excursión, así que el guía y el coche escoba estaban totalmente pendientes de nosotros. 
Empezamos el descenso en un lago cercano a La paz. Eran las 8:30 de la mañana y estábamos rodeados de montañas nevadas por lo que hacía bastante frío. El paisaje era totalmente diferente a lo que habíamos visto hasta entonces. Las montañas eran de color negro oscuro, sin vegetación y con los picos cubiertos de nieve. El primer tramo del descenso fue por la carretera asfaltada que se usa actualmente, por lo que había algo de tráfico. No pasaron más de 5 minutos y Joan y el guía ya se habían adelantado; mientras yo iba casi todo el tiempo frenando para no embalarme demasiado... a los 10 minutos yo ya empezabba a soltar el freno y alcanzarlos a ratos. En uno de esos ratos, el guía se dio la vuelta y empiezó a sacarnos fotos mientras seguimos con el descenso... yo que iba super concentrada flipaba de que el tipo pudiera ir a esa velocidad, de espaldas y encima soltando una mano para hacer fotos. En una curva aparericó un coche que casi se  lo lleva por delante, y el tipo tan pancho siguió haciendo un vídeo.
El paisaje iba cambiando poco a poco y ahora estábamos rodeados de montañas más bajas y cubiertas de árboles y arbustos. De vez en cuando una paradita y algo para comer o una foto.
La cosa cambió cuando empezamos  el camino de tierra. Pasamos de una bajada suave y fácil a un camino lleno de piedras y a un sin para de botes con la bicicleta. Mientras bajábamos solo se oía el ruido de las bicis tatatatatata... eso si era bastante más divertido que bajar por camino de asfalto. Joan y el guía volvieron a adelantarse y yo me quedé a mi ritmo disfrutando del paisaje. 
Cada vez había menos árboles y más plantas bajas  y vegetaión selvática. En uno de los tramos pasamos por debajo de una pared llena de vegetación por la que caían varias cascadas de aguas... sencillamente impresionante.
De caminos nos fuimos cruzando con varios grupos, de unas diez personas cada uno, que también estaban haciendo el descenso y nos dimos cuenta de la suerte que tuvimos de estar solos porque así pudimos ir a nuestro aire. Joan con el guía y yo con el coche escoba, que no se despegaba de mi por si necesitaba algo.
Tardamos 4 horas en hacer la bajada completa y la verdad es que, a pesar del dolor de brazos que me quedó al final de la tensión de ir frenando, nos los pasamos genial. ¡Y la cerveza que nos bebimos nada más acabar me supo a gloria!


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