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lunes, 12 de septiembre de 2011

Potosi

Llevamos toda la vida oyendo eso de vale más que un potosí, y nunca me había planteado el por qué del dicho. No fue hasta que me leí un libro que me dejo mi amigo Myles que me enteré de que Potosí era una ciudad de Bolivia, y que había sido la ciudad más rica del mundo gracias a sus minas de plata. Justo desde el momento en que leí la historia de la ciudad y de las minas me entró una curiosidad increíble por hacer una visita.
Gracias a las ganancias de las minas de plata la ciudad fue una de las más importantes de Sudamérica en su tiempo. Las calles se llenaron de mansiones e incluso se dice que en algún momento algunas calles estuvieron cubiertas de plata.
En la actualidad la ciudad ha perdido el esplendor de antaño. A pesar de eso sigue siendo una lugar agradable en el que pasar unos días. Las calles conservan muchos de los palacetes y casas de la época dorada, bueno en este caso debería decir plateada.
Su principal atractivo son las minas, que aún siguen activas.
Después de preguntar en varios sitios decidimos contratar una excursión a las minas con una agencia gestionada por antiguos mineros. La primera parada de la excursión fue el merado de los mineros donde compramos hojas de coca, y zumo para regalar a los mineros que encontrásemos trabajando. de ahí nos fuimos auna planta de procesamiento de los minerales. Fue impresionante. Me parecía haber retrocedido 100 años. Supongo que para la gente que no está acostumbrada a estar o ver fábricas y almacenes la cosa no tiene nada de especial, pero en nuestro caso ver las instalaciones fue impactante. Las máquinas todas sin protecciones, totalmente abierta, de manera que podías meter la mano en cualquier lado, las escaleras sin barandillas y de madera, los trabajadores mascando coca... no es que no cumplan las medidas de seguridad, es que ¡ni las conocen!
De allí nos fuimos a las minas. La entrada que usamos era de la época de las colonias. Una vez dentro estuvimos caminando por diferentes galerías de no más de 2x2m. En algunos momentos incluso fuimos a gatas, para atravesar de unas galerías a otras. En todo el recorrido no nos encontramos a ningún minero porque era domingo y no estaban trabajando. En realidad yo me alegré porque viendo las condiciones de la mina me hubiera sabido muy mal verlos allí. Para compensarnos los guías llevaron a través de unas galerías de una mina a otra y así atravesamos toda la montaña por dentro y acaba,os saliendo por otro sitio. cuando llegábamos al final, después de más de dos horas bajo tierra, vimos formaciones de cobre en forma de estalactitas.

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