De camino a Bolivia paramos en Puno, la frontera de Perú a hacer noche. Esta ciudad está situada a orillas del Lago Titicaca. Llegamos a eso de las 15 h sin ánimo de hacer nada, a parte de descansar. Ya nos habían avisado de que la ciudad era bastante fea y que no merecía la pena pasar allí más del tiempo necesario.
De camino al hostal, el taxista ya nos quiso convencer para hacer una excursión esa misma tarde. A pesar de que varios viajeros que fuimos encontrando por el camino nos había dicho que las islas flotantes eran demasiado turísticas, yo tenía cierta curiosidad.
El único problema era el presupuesto. Al día siguiente cambiábamos de país, así que no tenía ninguna intención de sacar dinero, había que apañarse con el efectivo que me quedaba para pagar el hostal, cenar y comprar los billetes de bus que nos llevarían a Bolivia. Como siempre me hice mis cuentas (+10% de error) y con lo que me sobraba me dispuse a negociar las excursión.
La dueña del hostal nos ofrecía un paseo en barco para ver las islas de los Uros por un precio bastante razonable. Siempre regateo para ver si consigo un precio mejor, pero en este caso no se trataba de regatear, se trataba de que no tenía más dinero. Por supuesto la sueña del hostal pensaba que me estaba haciendo la dura regateando, a pesar de que le expliqué la situación. Al final la convencí y nos dejó el paseo exactamente en lo que yo quería. Digamos que podría haber apurado un poco más el presupuesto y haber pagado un poco más, pero al final, ¡la jugada me salió redonda! Además siempre te queda la misma sensación, si que yo pagara más significara que el guía cobra más no me importaría, pero para que se lo quede el intermediario me lo quedo yo...
Al final las islas resultaron curiosas. La historia es que cuando los incas vinieron al sur de Perú a conquistar las tierras y se enfrentaron a los Uros, estos no dispuestos a estar bajo su mandato decidieron mudarse al Lago. En vez de mudarse a algunas de las islas naturales, como estas estaban habitadas, decidieron crear islas artificiales. ¿Cómo? Utilizan las raíces de una planta que se llama totora (es parecido a los juncos) que flota sobre el lago. Con estas raíces flotantes crean una plataforma que cubren con los tallos de la misma totora. Sobre esta base construyen las cabañas en las que viven. cada cierto tiempo tienen que renovar las islas, ya que al estar hechas de materiales naturales y en contacto con agua, se pudren.
La visita resulta un poco falsa porque sale el presidente de la isla a saludar a los turistas y a ofrecer artesanías pero vale la pena por sentir la sensación de estar flotando en medio del lago.
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