Comienza nuestra pequeña gran aventura!!

5 meses, 10 países, más de 30000 kilómetros, en avión, coche, autobús o lo que sea necesario... Todo para cumplir un sueño. Hacer un viaje por las américas. ¡Esperamos que os guste!

lunes, 24 de octubre de 2011

Santiago de Chile

Después de los dos días de huelga general decidimos que era buen momento para dejar Valparaiso y trasladarnos a Santiago. De camino al hostal vimos los restos de las manifestaciones de los días anteriores. Los cristales de algunas paradas de autobús y algunos cajeros automáticos estaban rotos, y algunos  contenedores quemados.
En seguida nos dimos cuenta de que Santiago es totalmente diferente al resto de las capitales de Sudamérica que habíamos visto hasta entonces. El tráfico es ordenado y las aceras anchas. Los edificios oficiales son como los de cualquier otra ciudad, enormes y con columnas griegas....
después de pasear por sus calles durante la primera tarde, la idea de cruzar la frontera y pasar a Mendoza en Argentina cobró fuerza. Aún faltaban 5 días para ir a isla de Pascua y no parecía que la ciudad fuera a dar para tanto tiempo.
Después de estar varias semanas en pueblos y ciudades más pequeñas,  sólo saber que estábamos de nuevo en la "civilización" me dio unas ganas increíbles de hacer algo un poco más "cultural". Buscando planes por internet me enteré de que esa noche hacían un concierto de Jazz cerca del hostel.
Como siempre llegamos pronto y la sala no estaba abierta, por no estar no estaban ni los músicos... para hacer algo de tiempo fuimos a un bar que había divisado mientras paseábamos y que tenía muy buena pinta. Para no perder las buenas costumbre de Perú tomamos un pisco, y decidimos acompañarlo con una tabla de quesos, ¡viva la merienda! al final la cosa se alargó un poco más de lo previsto y tuvimos que pedir la tabla para llevar.
El concierto era en una sala muy pequeña en la que habían colocado mesas redondas pequeñas a modo de cabaret. nada más entrar te invitaban a una copa de vino tinto. De pronto nos vimos sentados en primera fila, con la copa en la mano y la tabla de quesos. El grupo tocó durante una hora y media más o menos. Para mi fue un lujo ver el concierto de ritmos paralelo que marcaba cada uno de los músicos con los pies mientras escuchaba la música y disfrutaba de la comida...

lunes, 26 de septiembre de 2011

Las casas de Pablo Neruda

Una vez discutíamos en el trabajo sobre los genios; la mitad pensábamos que para ser un genio hay se estar un poco loco.. al final no llegamos a ninguna conclusión.
En el caso de Pablo Neruda yo no diría que estaba un poco loco, eso si un poco excéntrico si que era el muchacho. Basta visitar sus casas para darte cuenta que no era un tipo, digamos, corriente.
A parte de otras tantas, Pablo Neruda tenía una casa en Valparaiso, la Sebastiana y otra en Isla negra, a hora y media de distancia.Las dos casas están mirando al mar, aunque en ubicaciones totalmente diferentes. La casa de Valparaíso está sobre una de las colinas, en medio del pueblo. Por otro lado, la casa de Isla negra está en un acantilado, donde me imagino que no habría mucho hace 50 años.
El poeta participaba en el diseño de sus casas. De esta forma conseguía que fueran únicas y totalmente adaptadas a sus gustos y necesidades. Además era un gran coleccionista de cosas extrañas como conchas de mar, barcos en botellas, mascarones de proa y cualquier cosa que uno pueda imaginar. El resultado son casas extravagantes pero con encanto. Otra curiosidad es que ponía nombre a todas sus cosas, así tenía el sillón de las nubes, la chimenea tinaja....
Personalmente la extravagancia que más me gusto fue un pequeño barco que hay en el jardín de la casa de Isla negra y que es donde invitaba a sus amigos a tomar el aperitivo, con vistas al mar.
Definitivamente en sus casas Pablo Neruda consiguió crear un universo propio.

Huelga general

Durante nuestra estancia en Chile coincidimos con la huelga general convocada por sindicatos y estudiantes. La situación en el país es bastante tensa, los estudiantes llevan más de tres meses sin ir a clase y convocan paros y manifestaciones en todas las ciudades. Las peticiones son claras, pasar de una educación universitaria 100% privada a una educación pública. En el sistema actual un estudiante paga entre 300 y 600 euros mensuales a la universidad, a parte material y supervivencia. Por este motivo, los estudiantes de familias de clase media, que no pueden pagar ese dinero, piden créditos a los bancos. La guinda del pastel es la devolución del dinero de los préstamos, que en algunos casos llega a un plazo de varios años, debido a los bajos sueldos.
A lo largo del viaje, más que nada en Perú, nos hemos encontrado grupos de estudiantes chilenos que aprovechando la falta de clases se están dedicando a viajar. Mientras, los estudiantes que se quedan en Chile han conseguido poner de su lado a la mayor parte de la opinión pública.
Así, los días 25 y 26 de agosto había convocada una huelga general en el país. Por este motivo decidimos que no era buena idea moverse esos días, ya que corríamos el riesgo de cancelaciones y retrasos.
En el hostal nos advirtieron que tuviéramos cuidado con las aglomeraciones y nos aconsejaron evitar las calles por las que pasaría la marcha. Todo el rato nos hablaban de los gases lacrimógenos y cómo había que tener cuidado con ellos. A mi se me hacía rarísimo porque lo decían como si lo más normal del mundo fuera que la policía se liara a tirar gases en cualquier manifestación.... la cuestión es que en Chile aún rige la constitución que aprobó Pinochet y en ella en principio los trabajdores no tienen derecho a huelga (los funcionarios en ningún caso, y los demás sólo si están negociando un convenio colectivo). Es todo más complicado de lo que pudiera ser en cualquier país europeo.
El segundo día de huelga, como el primero había sido tranquilo, decidimos ir a ver una de las casas de Pablo Neruda. Al salir de la estación de autobuses, vimos que toda la gente que andaba por la calle se tapaba la boca. En cuanto miramos a lo lejos vimos una bruma y empezamos a sentir un picor en la garganta y ojos. En dos minutos nos dimos cuenta de que eran los famosos gases, y nos desviamos a las calles secundarias en busca de un taxi para ir al hostal lo antes posible y quitarnos de en medio. Fue misión imposible. Nos tocó subir y bajar  varios cerros para evitar las calles principales. En el centro, algunos violentos se habían atrincherado y habían puesto fogatas en medio de la calle. La policía habá respondido con gases e intentaba disolverlos.
En cuanto llegamos al hostal miramos varios periódicos nacionales para ver que decían, pero para nuestra sorpresa prácticamente no hablaban del tema...

sábado, 24 de septiembre de 2011

Valparaiso

Cuando te enteras de que una ciudad es patrimonio de la humanidad tus expectativas aumentan sin querer. En seguida te imaginas cualquiera de las ciudades o pueblos españoles que tienen ese título. El problema es que en la actualidad hay demasiadas cosas que la UNESCO ha resaltado como patrimonio de la humanidad y no todas son tan bonitas como las que estamos acostumbrados en España. Creo que a partir de ahora un buen método será averiguar en qué año se declaró el monumento o ciudad en si patrimonio de la humanidad para saber qué esperar.
La cuestión es que Valparaíso es una ciudad con cierto encanto. Esta construida sobre varias colinas y a los pies del mar. Está llena de casas pintadas de colores y de ascensores de madera (más bien parecen mini trenes cremallera) que ayudan a salvar los desniveles. Algunas de las colinas conservan el encanto de antaño, cuando Valparaíso era una ciudad mucho más pequeña. 
En la actualidad la ciudad es el centro cultural del país. Sus calles están llenas de murales pintados sobre cualquier muro libre. Algunos son grafitis y otros están pintados por algunos de los artistas chilenos más famosos del momento.
En fin, fue un buen lugar en el que parar mientras pasaban los días de la huelga general convocado por estudiantes y sindicatos. Además de un buen lugar para seguir disfrutando del fantástico y nada caro marisco chileno.

La serena

La Serena es una ciudad que ni fu ni fa. Acabamos allí por casualidades de la vida, y decidimos quedarnos un par de días par disfrutar del calor, el océano y el buen pescado. 
Nuestra idea original era viajar desde San Pedro de Atacama en Chile, hasta Salta en Argentina para explorar la parte norte del país antes de bajar a Mendoza. Los planes cambiaron cuando nos enteramos de que  el autobús de 12h nocturno que debía llevarnos de un lado a otro, no era nocturno por culpa del invierno y por tanto era un agradable paseo de 12h desde las 5 am hasta las 5 pm. Así las cosas cambiamos de idea y decidimos bajar hasta Santiago recorriendo el norte de Chile.
Lo mejor de La serena fue sin duda el pescado y los paseos por al orilla del océano, que nos recordaron a Alicante. después de tantos días en los Andes y pasando frío, se agradecía el cambio.
Uno de los días, mientras paseábamos por un mercado pesquero a pie de puerto vimos cómo los pescadores alimentaban a leones marinos y pelícanos salvajes que se acercaban a la costa en busca de los desperdicios que les arrojaban. Impresionaba ver a los animales tan de cerca y tan tranquilos, peleándose entre ellos para ver quién comía más.

Las estrellas del desierto

Es bien sabido que en Chile es donde más observatorios astronómicos hay del mundo. Por supuesto, no es una casualidad, en teoría la zona del desierto de Atacama es donde mejor se ven las estrellas. En Puno, Perú, nos hicimos amiguetes de tres catalanes (bueno 2 chicas y un chico) que habían viajado por todo el mundo y que nos recomendaron que hiciéramos una salida nocturna para observar las estrellas. como nos habían hablado tan bien de su experiencia descubriendo el cielo, yo estaba ansiosa.
Después de cenar un pollo a la cerveza que preparamos en el hostal (nada mejor para incentivar cualquier tipo de visulaización nocturna) nos fuimos hacia el punto de encuentro. La cosa era así: nos venían a recoger a un punto de encuentro, nos llevaban a casa de un astrónomo francés, nos explicaban varias curiosidades estelares en el patio de la casa mientras observábamos el cielo, nos dirigíamos a los 10 telescopios que tenía el buen señor en el jardín de su casa, por último nos tomábamos un chocolate caliente con el astrónomo francés y le preguntábamos lo que nos nos hubiera quedado claro.
Nada más llegar al punto de encuentro me di cuenta de que aquello no iba a ser tan íntimo como había imaginado... en nuestro grupo debía haber unas 15 personas. llegamos a casa del astrónomo en 10 min, y al bajar del autobús y mirar al cielo nos quedamos embobados. Al no haber ciudades cerca, o por estar en medio del desierto, se veía una cantidad de estrellas increíble. La cosa fue mejorando cuando la guía nos fue explicado las constelaciones, las diferencias de lo que veíamos con lo que se vería en el hemisferio norte, las nebulosas y mil curiosidades. Cuando llegamos a los telescopios debía haber pasado media hora larga y el frío se empezaba a notar.
Con los telescopios vimos a Saturno, varias nebulosas y constelaciones, una estrella que estaba formándose y otra que se estaba apagando. Para cuando nos dieron el chocolate caliente estábamos bastante fríos, así que fue el broche perfecto. Definitivamente observar el cielo en el desierto, y más con alguien que te sepa explicar  lo que ves, es una experiencia totalmente recomendable.

viernes, 23 de septiembre de 2011

San Pedro de Atacama


Llegamos a san Pedro a eso de las 12 de la mañana. Después del frío que habíamos pasado en los géishers y con el madrugón que nos habíamos pegado lo que más apetecía era descansar un rato. El plan era estar en el pueblo dos o tres días para tener tiempo de explorar la zona con calma.
El pueblo me gustó desde el primer momento. Las casas son todas de adobe, de una planta y con su patio. Las paredes de las casas recubiertas con una capa de adobe con formas redondeadas. Por un momento me recordó a Santa Fé en EEUU. Las calles eran de tierra, pero se veía claramente que no era por falta de recursos, como en Perú y en Bolivia.
Todo en San Pedro está orientado al turismo. Sólo hace falta darse una vuelta por la calle principal para descubrir que todos los locales son tiendas de artesanía, agencias de viajes que organizan excursiones por los alrededores, restaurantes y hoteles. A pesar de eso, y no se muy bien por qué, para mi, la población conserva su encanto.
Viniendo de Bolivia el contraste es brutal. Uyuni es una ciudad más bien fea, y a pesar de estar dedicada en parte al turismo, se ve gente por la calle que no tiene nada que ver con los viajeros. En San Pedro es al revés, es un pueblo muy cuidado y coqueto pero en realidad ningún chileno vive y trabaja en el centro a menos que se dedique al turismo.
Por la noche, la calle principal se llena de luces amarillas y tenues que le dan un aires aún más encantador.

Frontera chilena


Desde que oyes hablar de la frontera chilena por primera vez todo el mundo te cuenta leyendas urbanas. Los trámites de admisión en el país no eran el problema, sino la parte de aduanas. La cosa se acrecenta si vienes de Bolivia.
Chile es un país exportador de fruta a nivel mundial. Por esta razón tienen mucho cuidado con todo lo que entra en el país porque una plaga sería fatal para su economía. Hasta aquí todo normal. En realidad en todos los países se prohibe la entrada de productos que sean susceptibles de introducir enfermedades o cambios en los ecosistemas.
Justo antes de llegar a la frontera nos enteramos que todas las cosas que nos habían contado eran ciertas y que nos revisarían el equipaje uno por uno. Hablando con el guía/conductor de la excursión de Uyuni nos empezamos a preocupar. Según parecía no podríamos entrar en Chile con nada que no estuviera perfectamente envasado y etiquetado; según parecía tampoco podríamos pasar semillas (eso me parece normal) aunque estuvieran en abalorios como pendientes collares etc(ehhhhhhhh??!!!!) Ahí fue cuando empezamos a “sufrir”, ¿no íbamos a poder pasar el café que compramos en Colombia en una finca ecológica ? ¿y el collar y pendientes de semillas compré en el amazonas?¿y las hojas de coca para hacer te que compramos en Boliva?¿? Entre dudas y demás decidimos preguntar al conductor que nos llevaría a Chile una vez nos lo encontráramos antes de cruzar la frontera.
Cuando empezamos a preguntar al chofer chileno por las cosas que llevábamos el nos miraba como si fuera un sacrilegio querer entrar con esas cosas al país. Al final tuvimos que tirar la botella de aceite de oliva que llevábamos a medias, el resto de comida que traíamos para hacer unos sandwiches. El café y el collar decidimos llevarlos a riesgo de que nos obligaran a tirarlos. Ahora la duda era si declarar lo que llevábamos y preguntar si se podía pasar o simplemente hacernos los tontos, lo que iba a ser complicado dado que hablamos español... el problema es que si no declaras y al revisar el equipaje encuentran algo no permitido la multa es de 50 euros...
Al final conseguimos apañar el tema bastante bien. Las hojas de coca las guardó el chofer y nos las devolvió al pasar la frontera. El café lo declaramos y nos dijeron que se podía pasar, y el collar y los pendientes.. bueno esos me los puse y me hice la sueca, el tipo que me revisó el equipaje estaba tan preocupado en buscar cosas en la mochila que ni siquiera me miró...

jueves, 22 de septiembre de 2011

Comidas Típicas, Bolivia

Sopa de orégano, Copacabana

Cerveza fría, Death road, La Paz

Salteñas, La Paz

Sopa de maní, La Paz

Solomillo de Alpaca, La Paz

Carne de Llama, La Paz

Pejerrey, La Paz
Lechón, La Paz

Política

Desde que entramos en Perú vimos que en cualquier muro libre, de una casa o almacén, hay un mensaje político. En realidad me pareció normal ya que las elecciones presidenciales habían sido hacía poco más de un mes y era natural que quedaran restos de las campañas electorales. 
En seguida nos dimos cuenta de que la política está en el ambiente en todos los apíses que hemos visitado de sudamérica. Cuando tienes una conversación de más de 5 minutos con alguien de una forma u otra acaba saliendo el tema y te acaban contando que tal les parece el gobierno o el presidente o cómo está el país. Ya nos había pasado en Ecuador y nos sigue pasando hasta ahora.
Paseando por Trujillo vimos una manifestación en contra del indulto a Fujimori. Por suerte, al compartir el idioma pudimos leer las pancartas y carteles y enseguida enterarnos de lo que pasaba. A la mañana siguiente desayunando con la dueña del hostal en seguida nos sacó el tema de las elecciones y cómo a ella le parecía una barbaridad que la hija de Fujimori se hubiera presentado después de todas las barbaridades que había hecho el padre. Lo mejor fue cuando se dió cuenta de que estábamos al tanto de la poítica del país porque entonces siguió contándonos más y más cosas.
Pocos días después en Arequipa mientras preguntábamso en una oficina de deportes de aventura el comercial se nos puso a hablar de las elecciones y nos expuso justo el caso contrario que la dueña del hostal de Trujillo. Este hombre estaba indignado con Humala y no entendía como la gente lo había podido votar.
Al final nosotros sacamos nuestras propias conclusiones a partir de todas las cosas que nos contaba la gente. el poder comunicarte de una forma tan fácil con la gente hace que el vaije en sí sea mucho más enriquecedor y te ayuda a entender la realidad del país que visitas.

Al pasar la frontera el paisaje no cambió demasiado. Los carteles políticos ahora eran a favor de Evo Morales, pero seguían estando por todas partes. Lo curioso es que en Bolivia sólo se ven carteles de apoyo a Evo, nada en contra ni nada a favor de la oposición. Al final te da la sensación que es más propaganda del estado que otra cosa...
En definitiva, es sorprendente ver cómo la gente expresa sus ideas políticas tan abiertamente y sobretodo con tanta pasión.

Duchas de agua caliente

Uno no se da cuenta lo importante que son algunas cosas hasta que de repente deja de tenerlas. Este fue el caso del agua caliente, especialmente para mi, que incluso en verano me ducho con agua templada. La primera vez que me di cuenta que podríamos tener algún problemilla con el agua fue cuando al leer la guía  me di cuenta de que al final de la reseña de algunos hostales ponía: "agua caliente 24h"
Ya en Colombia empezamos con los problemas.. en el hostel de Bogotá, donde la temperatura era de unos 13 grados, el agua caliente de nuestra ducha no salía. Después de quejarnos un par de veces y que nos dijeran que el problema estaba resuelto Joan se atrevió a darse una ducha, cuando vi su cara de frío supe que eso no era para mi y acabé duchándome en las duchas comunes donde, aunque a duras penas, salía algo de agua caliente.
El siguiente incidente fue en Baños, Ecuador. En la ducha había un cartel que te advertía de que debías tener el grifo de agua caliente 3 minutos antes de empezar a ducharte...
Cuando llegamos a Perú entramos en el mundo de los calentadores eléctricos. Hasta ahí todo normal, solo que el calentador es individual y está puesto a modo de alcachofa de la ducha, de manera que el agua antes de caer pasa por el calentador. La primera impresión es que te vas a electrocutar y que alguien te va a encontrar tirada en la ducha a medio enjabonar. Una vez superado ese miedo empiezas a desarrollar diferentes teorías de cómo usar la ducha. La cosa es así, si abres mucho el grifo pasa mucha agua y el calentador no tiene suficiente potencia con lo que queda medio fría; por otro lado si lo abres demasiado poco el agua se calienta mucho y te acabas quemando... el caso es que lo de ducharse se convierte en ¡una de las actividades más complicadas de todo el día!  
Al final el pobre de Joan era el que se duchaba siempre el primero y me pasaba el parte de que tal iba la ducha..."agua caliente ok, presión regular, cuidado con los mandos que dan calambre...."
Al final acabé desarrollando un teorema Helena para las duchas:
"Dado un hotel X y una ducha Y, si el agua caliente es >0, la presión del agua > que el mínimo de agua necesaria para ducharse y el flujo de fluido es contante, entonces dúchate todas las veces que puedas porque quién sabe cómo será la próxima ducha"

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Atravesando el desierto (Baños termales)

Justo después de los géisers de Sol de mañana nos dirigimos hacia unos baños termales. Al haber estado a la intemperie alrededor de media hora estábamos completamente congelados. Subir en el jeep no era ningún alivio porque la calefacción no funcionaba. De repente el guía nos preguntó si preferiríamos ir unos baños más pequeños pero en los que habría menos gente, a lo que inmediatamente dijimos que si.
Joan y yo teníamos que estar en la frontera a eso de las 11 de la mañana para que el transporte que venía de Chile nos recogiera. Así el guía/chofer nos cambió el recorrido para aprovechar más el tiempo y nos llevó a la laguna verde y la laguna blanca cuando el resto de grupos desayunaba en los baños termales. De esta forma pudimos disfrutar de esos paisajes con mucha más tranquilidad.  Antes de que el resto de jeeps hubiera llegado a las lagunas nosotros ya las habíamos visto y nos dirigíamos a los baños termales. 
Cuando llegamos no nos lo podíamos creer, ¡estábamos solos! Los baños termales eran una balsa natural y humeante al lado de una de las lagunas. El agua no estaba ardiendo, pero teniendo en cuenta que veníamos completamente helados de los géisers me pareció más que suficiente. El momento de cambiarse para ponerse el bikini con ese frío inhumano fue bastante duro pero dos segundos en el agua bastaron para calentarme. Los minutos que pasamos en la balsa  con las vistas del lago y las montañas de nieve al fondo fueron justo lo que necesitábamos para reponer energías y seguir a un nuevo país.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Atravesando el desierto (Géisers Sol de mañana)

Nos fuimos a dormir después de bebernos dos botellas de vino tinto entre 3 personas. A pesar de eso y de que íbamos abrigadísimos el camino desde el comedor a la habitación, que eran edificios separados, nos dejó congelados. Según el guía la temperatura exterior era de unos -5 grados. Durante la noche llegaríamos a los -15. Nos metimos en el saco con las mallas y una camiseta térmica puestas debajo del pijama; ya nos habíamos encontrado a muchísima gente que nos había dicho que lo pasaron muy mal la noche de la laguna colorada y queríamos evitar a toda costa pasar la noche en vela por culpa del frío. Al final resultó bien, yo incluso tuve calor a media noche....
El despertador sonó a las 4:45 de la mañana. El resto de grupos que dormía en el hostal ya se estaba marchando. Nosotros salimos de los sacos y nos pusimos aún más ropa encima... de ahí al desayuno. Salíamos en el jeep a eso de las 5:30 cuando no quedaba ya nadie en el hostal. El guía nos había propuesto salir un poco más tarde que el resto de grupos y habiendo desayunado para llegar a los géisers el amanecer y que así hiciera un poco menos de frío. Yo no lo acababa de ver claro porque no quería llegar cuando ya fuera de día y nos hubiéramos perdido el amanecer, que es lo que iba a ver el resto de grupos. 
Llegamos a los géisers cuando clareaba. Al bajar del jeep el guía nos dijo que nos recogía unos dos cientos metros más allá, al final del campo de géisers. hacía tanto frío que le dijimos que ni hablar, que bajábamos a ver el primer géiser y que nos subíamos al jeep y nos íbamos con el hasta la zona donde había varios más.
Al acercarnos nos envolvió la nube de vapor de agua caliente que salía del géiser. El sonido era como el de una olla expres, y el calor que sentías en las manos cuando te quitabas los guantes y las ponías sobre la corriente de vapor te hacía recuperar conciencia de que tenías manos en un pis pas... debíamos estar como a -10 grados. Joan, que como siempre estaba haciendo fotos se quedó alucinado cuando vio que el vapor agua condensado encima de la cámara se congelaba al instante.
Justo cuando nos íbamos Nori nos llamó desde lo lejos. al acercarnos descubrimos una especie de cráteres donde había una especie de lava de color grisáceo hirviendo. Si los géiser en si ya me habían dejado alucinada, el ver la lava con los chorros de vapor saliendo del mismo cráter me dejó sin palabras...

Atravesando el desierto (Árbol de piedra y laguna colorada)


Ese día nos levantamos a las 6 de la mañana. Se nos había ocurrido que sería bonito ver el amanecer sobre el salar; así que a pesar de que no salíamos en el jeep hasta las 8 de la mañana, nos levantamos cuando aún era de noche. Por supuesto hacía un frío que pelaba. Por suerte desde el comedor del hotel de sal, que estaba lleno de ventanas se veía perfectamente el salar y pudimos esperar dentro hasta que vimos que el sol empezó a asomar a lo lejos. Después de casi una hora de espera el sol salió en poco más de 15 minuto, a pesar de todo mereció la pena por ver los colores que se formaban en el cielo y se reflejaban a lo lejos en el salar.
Después nada mejor que un buen desayuno antes de subir el jeep y continuar el viaje.
Una hora más tarde estábamos en San Juan, una aldea en la que paramos a comprar provisiones y a visitar un cementerio donde las tumbas estaban escarbadas en rocas de coral fosilizado. Viendo el paisaje desértico es difícil imaginar que miles de años atrás todo ese lugar era un gran mar que estaba unido al lago Titicaca.
De allí fuimos directos a la laguna Cañapa en la que vimos los primeros flamencos que campaban a sus anchas. Lo más llamativo era el color rosa intenso de sus plumas. Es cierto que no hace falta venirse a la otra parte del mundo para ver flamencos que puedes ver en las salinas de Santa pola en temporada, pero también es cierto que no se parecen nada los flamencos de aquí con los que hay en Alicante. 
Después otra vez al jeep hasta la laguna Hedionda donde comimos.
Por la tarde paramos en una parte del desierto donde el aire ha dado formas curiosas a las rocas. Allí hay una formación que siempre sale en todos los reportajes de fotografía de las revistas dominicales y que se llama el árbol de piedra. Impresiona estar delante de la roca que parece ligera y moldeable y que es todo lo contrario, y darte cuenta cómo se ha ido desgastando con el paso del tiempo.
Después de otro trayecto en jeep llegamos a la última parada del día, la laguna Colorada. Los paisajes que veíamos desde el jeep entre parada y parada eran de lo más curiosos. Estábamos rodeados de desierto con montañas al fondo y nieve de vez en cuando. Íbamos siguiendo las marcas que dejaban otros jeeps al pasar porque no había carreteras propiamente dichas.
La laguna Colorada nos dejó alucinados. No pensaba que tendría un color rojo tan intenso. Según nos dijo el chofer/guía el color es debido a que el fondo de la laguna está lleno de algas de este color. En un ataque de elocuencia, porque el resto del tiempo estaba más bien callado, nos explicó que los flamencos eran de color rosa porque comían estas algas.
Dimos una vuelta por la orilla del lago para disfrutar del paisaje y aprovechar los últimos momentos de luz del día. A la vuelta hacia el albergue, el viento helado sacudía tan fuerte que cuando llegamos estábamos completamente helados. Esa noche prometía ser dura, por suerte traíamos los sacos de dormir que compramos en La paz porque nos habían avisado que se pasaba muchísimo frío. A eso había que sumar las dos botellas de vino tinto que bebimos que con el resto del grupo y que nos templaron el cuerpo...

Atardecer en el salar de Uyuni

Esa tarde llegamos al hostal a eso de las 5. Estábamos de subidón después de pasar todo el día en el salar. Tardamos menos de dos minutos en instalarnos en el hostal, porque de hotel con todas las comodidades ná de ná. A las 5:02 todo el grupo estaba en el comedor dando vueltas. Salimos a dar una vuelta por los alrededores pero no había más que otro hostal de sal. Se podía decir que estábamos en medio de la nada... Justo detrás del hostal había una colina por detrás de la cual se estaba empezando a poner el sol.
No se muy bien como pero cuando me quise dar cuenta estábamos subiendo a lo alto de la colina para ver la puesta de sol desde allí, desde donde había una buena vista del salar. 
Al final resultó ser una buena idea porque con los cambios de luz reflejado en una superficie tan blanca se distinguían miles de colores diferentes.
De vuelta en el Hostal nos esperaba un te caliente para recuperarnos del frío. 
Pocas horas antes, en la primera parada de la excursión, el cementerio de trenes, nos pasó la primera anécdota del viaje. Nori, el otro español del grupo, se había dejado un bolsillo del pantalón abierto y había perdido en medio del desierto la cantidad equivalente a 100 euros. En ese lugar hacía muchísimo viento, y los billetes se habían esparcido rápidamente. De vuelta al jeep Katy, una de las chicas inglesas, encontró un billete en medio del suelo y al preguntar si alguien había perdido dinero Nori se dió cuenta de que tenía el bolsillo abierto... nos pusimos todos a buscar como locos... al final no sabemos muy bien como encontramos todos los billetes. Por supuesto esa noche decidimos que debíamos celebrarlo y para eso nada mejor que una botella de vino tinto en la cena, que de paso nos ayudaría a calentarnos...

Atravesando el desierto (Salar de Uyuni)

Salimos de Uyuni en jeep a eso de las 10 de la mañana. El equipo estaba compuesto por: Katy, Aby, Dani, Nori, Joan y yo. El resto del grupo venía junto y desde el primer momento nos acogieron. 
La primera vista del salar la tuvimos desde el jeep. A lo lejos se veían montañas cubiertas de nieve y eso hacía que la sal más que eso pareciera nieve. Aún cuando habíamos bajado y estábamos curioseando, como hacía bastante frío, parecía que el suelo estaba cubierto por escarcha.
Al pisar el suelo sorprendía lo duro que estaba y lo blanco que era. Dentro del salar no hay carreteras, así que fuimos atravesando por donde al conductor/guía le parecía mejor. Como media hora de jeep después, cuando todo lo que se veía alrededor era un enorme desierto plano de sal, llegamos al hotel de sal. Por suerte, el hotel está cerrado ya que han prohibido la explotación dentro del propio salar. Ahora funciona como museo y comedor. En un pis pas el guía empezó a sacar ollas, platos y demás y nos sirvió la comida allí mismo. 
Después de comer, jeep otra vez y parada en la isla Incahuasi. Si, si, una isla de tierra en medio del salar. La historia es que hace miles de años el salar de Uyuni era un mar, y estaba unido al lago Titicaca. Por aquel entonces había varias islas, algunas están en el lago y otra en el salar. La imagen es curiosa, a tu alrededor una extensión enorme, plana y compacta de sal, y de repente una montaña de tierra llena de cactus gigantes. Estuvimos cerca de una hora recorriendo la isla que no debía de medir más de 1 Km de punta a punta. Desde lo alto se podían adivinar antiguas playas. A la bajada me sorprendió descubrir una cueva formada por fósiles de coral.
Las mejores vistas del salar y sobretodo las más impresionantes las tuvimos desde lo alto de aquella isla, desde donde solo al final del horizonte se divisaban algunas montañas; el resto todo sal.
Después de eso, jeep y camino a un hotel de sal, este a las orillas del salar, pero fuera, donde pasaríamos la noche. Mirando por la ventana empezamos a ver formas hexagonales en el suelo. Parecía como si alguien hubiera ido en medio del salar y se hubiera puesto a hacer montones de sal  formando hexágonos. La realidad es que la sal al cristalizar forma hexágonos, y eso es lo que se ve; eso si, cuando estás  frente a ellos parece imposible que sea un fenómeno natural.
De ahí hasta el hotel el paisaje no cambió y era de un blanco y unas formas absolutamente monótonas. Creo que parte del encanto del lugar es precisamente eso, la monotonía de un paisaje tan extenso. En resumen, hasta entonces el Salar de Uyuni era uno de los fenómenos naturales más impresionantes que había visto en mi vida.

 

sábado, 17 de septiembre de 2011

Atravesando el desierto


La idea estaba clara, atravesar el desierto para cruzar de Bolivia a Chile. En realidad es la única forma de pasar de un país a otro, ya que no hay carreteras entre ambos países. La manera de atravesarlo, con una excursión de 2 días y medio en jeep. De camino descubriríamos entre otros el Salar de Uyuni y los Géisers del Sol de Mañana.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Potosi

Llevamos toda la vida oyendo eso de vale más que un potosí, y nunca me había planteado el por qué del dicho. No fue hasta que me leí un libro que me dejo mi amigo Myles que me enteré de que Potosí era una ciudad de Bolivia, y que había sido la ciudad más rica del mundo gracias a sus minas de plata. Justo desde el momento en que leí la historia de la ciudad y de las minas me entró una curiosidad increíble por hacer una visita.
Gracias a las ganancias de las minas de plata la ciudad fue una de las más importantes de Sudamérica en su tiempo. Las calles se llenaron de mansiones e incluso se dice que en algún momento algunas calles estuvieron cubiertas de plata.
En la actualidad la ciudad ha perdido el esplendor de antaño. A pesar de eso sigue siendo una lugar agradable en el que pasar unos días. Las calles conservan muchos de los palacetes y casas de la época dorada, bueno en este caso debería decir plateada.
Su principal atractivo son las minas, que aún siguen activas.
Después de preguntar en varios sitios decidimos contratar una excursión a las minas con una agencia gestionada por antiguos mineros. La primera parada de la excursión fue el merado de los mineros donde compramos hojas de coca, y zumo para regalar a los mineros que encontrásemos trabajando. de ahí nos fuimos auna planta de procesamiento de los minerales. Fue impresionante. Me parecía haber retrocedido 100 años. Supongo que para la gente que no está acostumbrada a estar o ver fábricas y almacenes la cosa no tiene nada de especial, pero en nuestro caso ver las instalaciones fue impactante. Las máquinas todas sin protecciones, totalmente abierta, de manera que podías meter la mano en cualquier lado, las escaleras sin barandillas y de madera, los trabajadores mascando coca... no es que no cumplan las medidas de seguridad, es que ¡ni las conocen!
De allí nos fuimos a las minas. La entrada que usamos era de la época de las colonias. Una vez dentro estuvimos caminando por diferentes galerías de no más de 2x2m. En algunos momentos incluso fuimos a gatas, para atravesar de unas galerías a otras. En todo el recorrido no nos encontramos a ningún minero porque era domingo y no estaban trabajando. En realidad yo me alegré porque viendo las condiciones de la mina me hubiera sabido muy mal verlos allí. Para compensarnos los guías llevaron a través de unas galerías de una mina a otra y así atravesamos toda la montaña por dentro y acaba,os saliendo por otro sitio. cuando llegábamos al final, después de más de dos horas bajo tierra, vimos formaciones de cobre en forma de estalactitas.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Death Road


La carretera conocida como death road es la que une la ciudad de La paz con la zona de los Yungas, la transición desde la cordillera a la selva. Esta carretera dejó de utilizarse para el tráfico de coche y camiones hace unos años, cuando construyeron una carretera nueva. Ahora se usa para hacer descensos en bicicleta. Desde que Joan se enteró de la existencia de la carretera se moría de ganas de hacer el descenso en bici, así que contratamos una excursión.
Objetivo: bajar en bici 3000m de desnivel en 60km por una carretera de tierra y llegar sana y salva al final de la excursión.

Material: Bici de descenso, espinilleras, caso, pantalón y camiseta cortavientos, chaleco y guantes.

Sabiendo la fama de la carretera, de la que dicen que es la más peligrosa del mundo, y teniendo en cuenta que nunca había hecho un descenso en bici, se puede decir que estaba un poco preocupada. Por suerte coincidió que no había nadie más en la excursión, así que el guía y el coche escoba estaban totalmente pendientes de nosotros. 
Empezamos el descenso en un lago cercano a La paz. Eran las 8:30 de la mañana y estábamos rodeados de montañas nevadas por lo que hacía bastante frío. El paisaje era totalmente diferente a lo que habíamos visto hasta entonces. Las montañas eran de color negro oscuro, sin vegetación y con los picos cubiertos de nieve. El primer tramo del descenso fue por la carretera asfaltada que se usa actualmente, por lo que había algo de tráfico. No pasaron más de 5 minutos y Joan y el guía ya se habían adelantado; mientras yo iba casi todo el tiempo frenando para no embalarme demasiado... a los 10 minutos yo ya empezabba a soltar el freno y alcanzarlos a ratos. En uno de esos ratos, el guía se dio la vuelta y empiezó a sacarnos fotos mientras seguimos con el descenso... yo que iba super concentrada flipaba de que el tipo pudiera ir a esa velocidad, de espaldas y encima soltando una mano para hacer fotos. En una curva aparericó un coche que casi se  lo lleva por delante, y el tipo tan pancho siguió haciendo un vídeo.
El paisaje iba cambiando poco a poco y ahora estábamos rodeados de montañas más bajas y cubiertas de árboles y arbustos. De vez en cuando una paradita y algo para comer o una foto.
La cosa cambió cuando empezamos  el camino de tierra. Pasamos de una bajada suave y fácil a un camino lleno de piedras y a un sin para de botes con la bicicleta. Mientras bajábamos solo se oía el ruido de las bicis tatatatatata... eso si era bastante más divertido que bajar por camino de asfalto. Joan y el guía volvieron a adelantarse y yo me quedé a mi ritmo disfrutando del paisaje. 
Cada vez había menos árboles y más plantas bajas  y vegetaión selvática. En uno de los tramos pasamos por debajo de una pared llena de vegetación por la que caían varias cascadas de aguas... sencillamente impresionante.
De caminos nos fuimos cruzando con varios grupos, de unas diez personas cada uno, que también estaban haciendo el descenso y nos dimos cuenta de la suerte que tuvimos de estar solos porque así pudimos ir a nuestro aire. Joan con el guía y yo con el coche escoba, que no se despegaba de mi por si necesitaba algo.
Tardamos 4 horas en hacer la bajada completa y la verdad es que, a pesar del dolor de brazos que me quedó al final de la tensión de ir frenando, nos los pasamos genial. ¡Y la cerveza que nos bebimos nada más acabar me supo a gloria!


jueves, 8 de septiembre de 2011

Taxistas, conductores de autobús...


Durante el viaje nos han pasado varias anécdotas, ahí van unas cuantas:

Anécdota 1:
Lugar: Ecuador
Medio de transporte: autobús (ruta Baños-Alausí)
Cuando nos subimos al autobús sólo quedaba un asiento libre. Joan se sentó en el y a mi me sentaron en el asiento del voceador, justo al lado del conductor del autobús. En seguida nos pusimos a hablar y me estuvo explicando las curiosidades de los lugares por lo que íbamos pasando. Al rato, muerta de hambre porque no habíamos desayunado todavía, saqué u paquete de galletas. Cogí la primera y ofrecí una al conductor, cosa más que normal en España donde a nadie se le ocurriría ponerse a comer delante de alguien con quien esta hablando sin ofrecer. El hombre se quedó totalmente descolocado pero en seguida reaccionó y cogió una super contento. Seguimos hablando me dice, ¡que buenas estas galletas! Se queda pensativo y añade, creo que son de importación.... yo me quedé muerta, porque las ¡galletas eran Nestlé!

Anécdota 2:
Lugar. Perú
Medio de transporte: Taxi (estación autobuses Arequipa)
Llegamos a la estación de autobuses y como siempre nos pusimos a negociar un taxi para ir al hostel. La negociación fue complicada porque solo había un taxista, lo que le daba ventaja. Al final llegamos a un acuerdo intermedio después de estar discutiendo como 10 min. Nos subimos al taxi y el taxista sigue que si la gasolina es muy cara, que si el precio que me ha dado el muy barato, que si hablo muy bien español... a lo que yo le respondí ¡cómo si fuera española!

Anécdota 3:
Lugar: Perú
Medio de transporte: Monovolumen (ruta Cuzco- Hidroeléctrica)
Para ir de Cuzco a Aguas calientes (el pueblo a los pies de Machu Pichu) decidimos ir en bus hasta el pueblo más cercano y caminar desde allí cerca de las vías del tren durante 3 horas. El viaje en bus duró 7 horas. Desde Cuzco subimos a lo alto de la cordillera y desde allí descendimos hacia Aguas calientes que está en una zona medio selvática. Al llegar a la parte más alta de la carretera había una niebla espesa que no dejaba ver a mucha distancia. La carretera era de montaña, llena de curvas, y estaba en obras en algunos tramos. Justo cuando llegamos a a cima y teníamos que empezar a bajar el conductor coge y se santigua 3 veces seguidas, ¡no sabéis el mal rollo que me dio! Yo pensaba menos santiguarse y más ¡bajar la velocidad! Eso es como el que se toma 3 platos de fabada y luego la pastilla del colesterol... no funciona...

Anécdota 4:
Lugar: Perú
Medio de transporte. Taxi (ruta Huaraz-Parque nacional del Huascarán)
El taxi ue nos tenía que llevar al parque del Huascarán se estropeó justo en el momento en que nos íbamos así que el dueño del hostal salió en busca de otro y volvió al momento dentro de un taxi bastante destartalado. Lo mejor era el conductor. Cada vez que íbamos cuesta abajo el hombre apagaba el motor para no gastar gasolina. El tío era un maestro, se pasó la mitad del viaje conduciendo sin motor, incluso por carreteras de tierra y con curvas. Sabía perfectamente cómo coger las curvas y aprovechar los peraltes. Para variar yo no me lo podía creer...

Anécdota 5:
Lugar: Perú
Medio de transporte: monovolumen (ruta Cuzco-Hidroeléctrica)
Cuando llegamos a Hidroeléctrica tuvimos que bajar del monovolumen para registrarnos en un control. En total éramos unos 15 viajeros, cada uno había contratado el transporte por su cuenta y nos habían metido a todos juntos en e monovolumen. Al llegar al control el responsable nos preguntó quién de todos nosotros era el guía, a lo que contestamos que ninguno. Así que el señor nos dice, que como somos un grupo muy grande que si no venimos con guía no podemos pasar, y que nos tenemos que volver a Cuzco. Por su puesto nadie nos había dicho que necesitásesmos un guía en ese punto, y además cada uno veníamos por nuestro lado, así que no entendíamos el problema. El señor nos dijo que de dos en dos podíamos pasar pero que al ser 15 no. Que no era negociable, que volviéramos al Cuzco. Ahí el ambiente se empezó a caldear, porque si volvíamos a Cuzco no nos daba tiempo a llegar a Machu Pichu al día siguiente que es para cuando teníamos la entrada, y claro no estábamos dispuestos. Por suerte había un policía en el control, así que nos acercamos a el y le explicamos el problema y le dijimos que no era culpa nuestra, que nadie nos había informado ni siquiera en la oficina oficial de turismo. Al principio parecía que nos nos iba a dejar pasar. A todo esto el conductor del monovolumen como quien no quiere la cosa nos dice que saquemos las mochilas, la gente ya estaba entrando a por ellas cuando me lo dijo a mi. Por supuesto yo le dije que de sacar las cosas del coche nada de nada, que el no se iba de allí hasta que tuviéramos resuelto el tema, que no nos iba a dejar allí tirados. El pobre me decía que el era solo el conductor y que tenía que recoger a otro grupo y que el no sabía nada...pero hicimos piña todos los pasajeros y le explicamos que el era el único que si no pa´sabamos nos podía ayudar a contactar con alguien por teléfono y arreglar el problema. Al final se conformó. A todo esto el policía que vio la que estábamos liando y que no estábamos dispuestos a irnos de allí sin pasar, habalo con el señor del control y acordaron dejarnos entrar y quedarse con los datos del vehículo para poner una denuncia a la empresa... Al final todo salió bien, pero por un momento nos vi sin poder llegar a Machu Pichu, ¡qué susto!

miércoles, 7 de septiembre de 2011

La paz


La primera impresión que tuve de La Paz fue sobrecogedora. El autobús giró en la salida de la carretera y comenzó a bajar desde lo alto del altipano hacia el cañón en el que se encuentra la ciudad. Recuerdo que la ciudad me pareció naranja. Al acercarnos poco a poco descubrí que la mayoría de los edificios no estaban terminados y tenían los ladrillos a la vista, sin pintar ni recubrir con ningún material. Por eso desde lejos pareciera que la ciudad está cubierta por una nube de arcilla. La mayoría de las calles de los alrededores son de tierra. Sólo en la parte más baja de la ciudad, en el centro, se ven algunos edificios de cristal y algunos bloques de viviendas perfectamente terminados y pintados de algún color. Por supuesto, al ver esta imagen tan descuidada se te encoge el estómago.
Conforme el autobús avanzó hacia el centro la imagen fue cambiando y la ciudad parecía cada vez mejor cuidada. Paseando por las calles descubrimos una zona totalmente colonial atravesada por un boulevar que sirve de arteria principal. En realidad, el centro es bastante agradable. Hay varias calles peatonales llenas de comercios y abarrotadas de gente.
Lo mejor de la Paz fue el valle de la Luna, un desierto a las afueras de la ciudad. Está lleno de formaciones de tierra que han sido moldeadas por el agua de lluvia. Al recorrer el circuito del parque vas vienod figuras a las que alguien ha puesto nombre de las cosas que parecen y te preguntas por qué siempre la gente tiene que clasificar las cosas en vez de disfrutar de ellas sin mas...

martes, 6 de septiembre de 2011

Costumbres y supersticiones

Paseando por las calles de Copacabana me pareció muy extraño ver que entre los puestos del mercadillo y comida había señores fundiendo aluminio. Cada vez que veíamos a uno nos quedábamos mirando intentado adivinar que estaría haciendo. Tardamos un rato en darnos cuenta de que lo que hacian era ¡leer el futuro de la gente! La cosa era así: llegaba un cliente y se sentaba frente al adivino que fundía un pedazo de aluminio y hacía que el cliente lo echara sobre un plato para que se enfriara. En función de las formas del aluminio le decía una cosa u otra. Algunos de los adivinos cogían el aluminio con las manos y le daban forma de animales. Me llamó muchísimo la atención la cantidad de adivinos que había, y más sabiendo que estábamos en plenas celebraciones de una fiesta religiosa cristiana... 
A partir de entonces, cada vez que pasábamos por la zona de los adivinos no podíamos dejar de mirar y mirar. Así descubrimos que no sólo leían en futuro en aluminio sino que algunos usaban hojas de coca e incluso café.
Al margen de las adivinaciones, nos percatamos de que la calle principal estaba siempre llena de coches  parados, lo que no tenía mucho sentido con la cantidad de gente que había en el mercado. Al principio pensé que eran unos horteras porque llevaban los coches adornados con flores y guirnaldas de papel de colores. Finalmente nos enteramos de que los coches hacían cola para ser bendecidos y que era por eso que iban tan engalanados. No os podéis hacer una idea de la cantidad ni de la variedad que había, desde coches a autobuses y camiones.

 

Por último pero no por ello menos curioso, descubrimos miniaturas de todo tipoo de cosas: diferentes modelos de coches y casas, dinero, hasta electrodomésticos. parece ser que durante la romería de la virgen de la Candelaria en Bolivia es típico comprar miniaturas de las cosas que quieres conseguir durante el año.  Estas miniaturas son ofrendas para el dios Ekeko, un Dios de los aimaras que provee de abundancia. Lo mejor es que en ocasiones estas miniaturas se llevan para ser bendecidas por un cura. ¡Vaya mezclote! ¡Me encanta descubrir y ver las tradiciones!

Lago Titicaca

Sentada en la barca a las 8:30 de la mañana sólo pensaba en salir de Copacabana para evitar las aglomeraciones del día anterior. La cosa pintaba bien, ese día íbamos a hacer una excursión a la Isla del Sol. Por supuesto, y a pesar de que pensaba que por ser Bolivia habría menos turismo, el barco estaba lleno de guiris.
Nos sentamos en primera fila para tener buenas vistas. La barca no era demasiado grande, dentro debía haber unas 40 personas, además de otras tantas en la planta superior.
Mientras la barca avanzaba no podía dejar de pensar lo mucho que se parecía el color del lago al del Mediterráneo en invierno. El agua era de un azul intenso,  clareado a trozos por la luz del sol. Estaba quieta, sólo las olas provocadas por el barco. De  fondo el ruido del motor y los murmullos del resto de pasajeros.  Sólo el aire helado que entraba por una de las ventanas rotas del barco me hacía recordar que estaba a 3.800 metros de altura. Era un sensación rara porque la vista te engaña. Desde la barca no se veía el final del lago y todo parecía familiar, como si de repente estuviera en el Mediterráneo.
Después de una hora y media llegamos a la Isla del Sol completamente congelados. Según la leyenda, fue en esta isla donde nacieron los primeros incas. Con ayuda de un guía de la isla, que hablaba un español extraño (allí la lengua materna es el aimara), visitamos las ruinas de la isla. Al final de la visita el guía nos llevo a una fuente sagrada de una cultura pre-inca y nos echó agua por encima de la cabeza a modo de ritual. La visita estuvo entretenida, aunque después de observar durante un rato las piedras sagradas que supuestamente tienen forma a puma dedujimos que los incas fumar algo para ver esas formas...
Para terminar recorrimos la isla de norte a sur (9km) para disfrutar de las vistas de las calas y rincones de la isla además de las panorámicas del lago. A pesar de ser tan pequeña la isla resultó ser un lugar ideal para perderse unos días y olvidarse del mundo, pero eso habrá que dejarlo par la próxima vez...

martes, 30 de agosto de 2011

Copacabana

Cuando llegamos a Copacabana eran las fiestas del municipio. Resulta que en esta ciudad hay una virgen adorada en toda Bolivia y en parte de Perú, y que durante las fiestas mucha gente viene en romería. Las calles estaban repletas de gente. Todo el centro de la ciudad, aunque a  mi me pareció más bien un pueblo, estaba colapsado por un mercadillo gigante. Caminar por la calles era casi imposible. La gente subía y bajaba y los vendedores ambulantes gritaban sus mercancías esperando a los posibles compradores entre la muchedumbre.
Las calles estaban llenas de basura que la gente iba tirando en el momento. Había cientos de puestos ambulantes de comida donde se podían comprar desde zumos naturales y bocadillos a chicharrones de cerdo recién fritos. Todo a nuestro alrededor olía a la mezcla de humos de los chiringuitos y alcantarilla.
Caminamos hasta llegar a la orilla del lago. Mi primera impresión no fue muy buena. A lo lejos el agua azul intenso, pero en primer plano, la playa llena de gente y sobretodo basura. Había muchos domingueros comiendo en la playa y disfrutando de los patines de agua con forma de cisnes de colores.
En realidad Copacabana viene a ser una especie de Benidorm para los Bolivianos, así que esperaba que todo estuviera más limpio y cuidado.
Sólo dos días después cuando las fiestas habían acabado y todo estaba más limpio y tranquilo entendí por qué los bolivianos vienen aquí de vacaciones. En realidad el lugar es muy bonito, aunque como en el caso de Benirdorm, las construciones hacen que pierda parte de su encanto natural.
Una vez vacío descubrimos la cantidad de pequeños espigones o amarres que salen de la orilla y que están repletos de barcas. La vegetación a orillas del lago. Una imagen totalmente diferente.

sábado, 27 de agosto de 2011

Comidas típicas, Perú


Arroz con leche, Piura
Papas con salsa de mote y sopa de verduras con pasta (¡espirales!), Huaraz


Lomo saltado, Huaraz
Pollo con arroz, Huaraz


Sopa de pescado, Reserva Nacional de Paracas

Pure de mote con pollo, Nazca
Mate de Coca, Nazca


Sopa de verduras y pasta (¡¡spaguetis!!), Cañón del Colca, Arequipa
Pato con arroz, Arequipa
Lapas, Arequipa

Adobo, Arequipa

Helado de queso, Arequipa

Alfajores con manjar, Arequipa












Empanadas de pollo y jamón y queso, Cuzco

Sopa de pollo, Cuzco
Cuy al horno, Cuzco











¡Sin duda el país en el que mejor hemos comido!

¡y bebido!

Pisco sour, Arequipa

Coctel Serranito, Arequipa

Islas flotantes de los Uros

De camino a Bolivia paramos en Puno, la frontera de Perú a hacer noche. Esta ciudad está situada a orillas del Lago Titicaca. Llegamos a eso de las 15 h sin ánimo de hacer nada, a parte de descansar. Ya nos habían avisado de que la ciudad era bastante fea y que no merecía la pena pasar allí más del tiempo necesario.
De camino al hostal, el taxista ya nos quiso convencer para hacer una excursión esa misma tarde. A pesar de que varios viajeros que fuimos encontrando por el camino nos había dicho que las islas flotantes eran demasiado turísticas, yo tenía cierta curiosidad.
El único problema era el presupuesto. Al día siguiente cambiábamos de país, así que no tenía ninguna intención de sacar dinero, había que apañarse con el efectivo que me quedaba para pagar el hostal, cenar y comprar los billetes de bus que nos llevarían a Bolivia. Como siempre me hice mis cuentas (+10% de error) y con lo que me sobraba me dispuse a negociar las excursión.
La dueña del hostal nos ofrecía un paseo en barco para ver las islas de los Uros por un precio bastante razonable. Siempre regateo para ver si consigo un precio mejor, pero en este caso no se trataba de regatear, se trataba de que no tenía más dinero. Por supuesto la sueña del hostal pensaba que me estaba haciendo la dura regateando, a pesar de que le expliqué la situación. Al final la convencí y nos dejó el paseo exactamente en lo que yo quería. Digamos que podría haber apurado un poco más el presupuesto y haber pagado un poco más, pero al final, ¡la jugada me salió redonda!  Además siempre te queda la misma sensación, si que yo pagara más significara que el guía cobra más no me importaría, pero para que se lo quede el intermediario me lo quedo yo...
Al final las islas resultaron curiosas. La historia es que cuando los incas vinieron al sur de Perú a conquistar las tierras y se enfrentaron a los Uros, estos no dispuestos a estar bajo su mandato decidieron mudarse al Lago. En vez de mudarse a algunas de las islas naturales, como estas estaban habitadas, decidieron crear islas artificiales. ¿Cómo? Utilizan las raíces de una planta que se llama totora (es parecido a los juncos) que flota sobre el lago. Con estas raíces flotantes crean una plataforma que cubren con los tallos de la misma totora.  Sobre esta base construyen las cabañas en las que viven. cada cierto tiempo tienen que renovar las islas, ya que al estar hechas de materiales naturales y en contacto con agua, se pudren.
La visita resulta un poco falsa porque sale el presidente de la isla a saludar a los turistas y a ofrecer artesanías pero vale la pena por sentir la sensación de estar flotando en medio del lago.